El Recién Nacido gritó a través el cielo, dejando un rastro brillante tras de sí. Sin embargo, era una cosa amorfa, que aún debía elegir una configuración acorde con la magnitud de su creación. Por donde pasaba, la carne temblorosa se convertía en piedra, nacían lagos de saliva melosa y valles arados de cristal prístino. Los fieles del Príncipe Oscuro lo siguieron de cerca, llorando lágrimas de alegría al ver la corrupción divina. La Profecía del Parto se había cumplido. Pronto mirarían la cara de su amado dios y conocerían el verdadero éxtasis. Finalmente, el Recién Nacido se detuvo en un hueco sombreado en la tierra, una cuna adecuada, mientras resonaban los gritos agonizantes de almas muertas hace mucho.
Los Hedonistas llegaron a miles para presenciar el nacimiento. Pronto el hueco se llenó con fieles retorciéndose, perdidos en un delirio entusiasta mientras miraban la esfera de potencial pulsante que era el Recién Nacido. Mientras los cielos aullaban en protesta, una forma comenzó a emerger dentro del resplandor embrionario. Una forma alada tan hermosa y terrible de ver que muchos presentes murieron allí, atrapados por la agonía del éxtasis más puro. Cuando los fieles reunidos se postraron, el Recién Nacido comenzó a pronunciar sus primeras palabras profanas…
