[Trasfondo] El Cuento de Eones: Parte 21

Mientras la horda zombie avanzaba desesperadamente contra los muros de Karheight, el pórtico de Shyish palpitó nuevamente detrás de ellos. Una procesión infinita de la Nighthaunt salió del portal y a su paso la escarcha lo cubría todo. Estas criaturas no le temían a las barricadas de afiladas estacas ni a los fosos de metal fundido y simplemente planeaban sobre esas míseras defensas físicas, apresurándose hacia sus presas vivientes, a las cuales despreciaban con un odio inmortal.

La larga noche embrujada

Espectros condenados alargaban sus garras contra los defensores de Karheight, sus armas oxidadas atravesando la más robusta armadura y congelando el corazón de sus víctimas. Segadores fantasmales armados con grandes guadañas despachaban a bárbaros del Caos como la siega del trigo y horrores sin rostro encarcelaban las mejores almas del campo de batalla, revigorizando a los muertos a su alrededor. Con todo, el ímpetu inicial fue contenido por veteranos guerreros del Caos que ya habían enfrentado antes a la Nighthaunt y ahora dejaban de lado sus diferencias para defender su territorio. Gritando plegarias a sus Dioses Oscuros, blandieron sus almas malditas y cercenaron a los fantasmas igual que harían con la carne mortal.

Los defensores aguantaron por pura fuerza bruta contra el asalto espectral, pero pronto  el enemigo consiguió rodearles. Lenta pero inexorablemente, tuvieron que abandonar las murallas y retirarse al patio interior de Karheight. La Nighthaunt los rodeaba y cientos de formas espectrales planeaban sobre ellos abrumándolos con aullidos que helaban la sangre, regocijándose en el terror que provocaban en los vivos. Justo en el momento en que los espectros comenzaron a caer sobre sus presas, su coro triunfante se vio ahogado por los cuernos de guerra que sonaban en el horizonte.

Lord Saskarid lidera a sus seguidores en defensa de Karheight.

Lord Saskarid lideraba la carga a Karheight al frente de sus caballeros. Las puertas estaban cerradas y la fortaleza emitía una luz esmeralda provocada por la densa tormenta de la Nighthaunt. Parecía no haber modo de que Saskarid alcanzara a sus sitiados guerreros, pero en ese momento un destello plateado atravesó el cielo mientras la Torre Plateada del Amo Sinlengua se manifestó sobre Karheight. Legiones de Horrores Rosa se lanzaron chillando desde las alturas liderados por heraldos de Tzeentch que saltaban de un lado a otro, mientras grupos de Incineradores lanzaban mágicos proyectiles que explotaban en una caleidoscópica explosión de locura que destruía las mentes de los espíritus muertos mucho tiempo atrás.

Etéreos y demonios chocaron como dos poderosos frentes tormentosos, descargando una explosión de truenos que desgarró la tierra. El Amo Sinlengua y sus cinco magísteres bajaron al campo de batalla montando en sus discos de Tzeentch, incinerando a cualquier espectro que intentara alcanzarlos. Como si fueran uno, los seis magos comenzaron a canturrear trazando símbolos arcanos en el aire. El olor a azufre apagó el hedor de la muerte y las puertas de Karheight se deshicieron en mágicos chorros de oro fundido, abrasando a multitud de fantasmas y dejando paso libre a Lord Saskarid. Espoleando a su montura, el Señor del Caos se abrió paso con su hacha maldita entre la multitud espectral. Sus caballeros le siguieron con las lanzas en ristre, empalando a docenas de indefensos fantasmas. Inspirados por el glorioso espectáculo del senescal de Varanspire, los defensores de Karheight se lanzaron contra sus enemigos en un desenfreno total.

El Amo Sinlengua.

Saskarid sintió el poder del panteón fluyendo a través de él, llenándolo de un odio y una fuerza imposibles. Era un torbellino de destrucción que se abría paso entre oleada y oleada de espectros. Ni siquiera los guerreros más temibles del enemigo, los Caballeros del Sudario, fueron rivales para él. Aun así, desde su frenesí Lord Saskarid podía ver que tan solo estaba retrasando lo inevitable. La vasta hueste Nighthaunt sobrepasaba en número a la fuerza del Caos varias veces y cada vez más acudían desde Shyish. Un ciclón de espectros tan masivo como una tormenta aetérica se elevó hacia el cielo rodeando la Torre Plateada del Amo Sinlengua, aislando los refuerzos demoníacos. Karheight sería conquistada pronto y todo lo que podía hacer era tener una gloriosa muerte en combate. Espoleando a su montura, alcanzó las almenas a través de las prietas masas de no muertos. Desde allí pudo observar el pórtico de Shyish, por el cual fluía una incesante corriente espectral. Saskarid giró su montura para observar las Llanuras Cadáver al otro lado de la fortaleza, una vasta extensión de terreno limitado por dentados acantilados que llegaban hasta Varanspire. Al hacerlo, una sonrisa cruel se dibujó en sus sangrientos labios.

Se dirigían a miles, atraídos por el símbolo del Elegido que aún ardía en el cielo. Tribus rivales que cualquier otro día se habrían masacrado entre ellas se unían ahora bajo la voluntad de los Dioses Oscuros para luchar como una única fuerza mortífera. Las bandas de Ochopartes habían acudido a la llamada. Fueron los guerreros de las Bestias Indómitas los primeros en alcanzar Karheight, lanzando sus arpones curvos contra la masa de Nighthaunt. Ogros de los Golems de Hierro blandieron sus apéndices convertidos en armas mientras los gráciles espadachines de los Señores Ocultos saltaban y esquivaban a sus enemigos para luego ensartarlos con sus espadas dobles. Agentes de la Cábala Corvus cubiertos de capas de cuervo sobrevolaron las murallas descargando muerte desde el cielo. Por primera vez desde que el Portal Final se había abierto, el asalto de los Nighthaunt comenzó a desfallecer.

La dama del velo

Un aura de frío helado acompañada del crujir de unos dedos de escarcha anunció su llegada. Este escalofrío mortal trajo consigo un manto de desesperanza, un agobiante miasma de angustia y pena que drenó la voluntad de luchar de hasta el más desalmado de los asesinos.

Tres carruajes funerarios espectrales se precipitaron desde el pórtico impactando contra las filas del Caos. Cientos de guerreros fueron atropellados bajo las ruedas malditas mientras centelleantes flujos de magia púrpura sesgaban la vida de los enemigos cercanos. Los caballeros de Saskarid intentaron empalar a los cocheros encapuchados pero sus lanzas no consiguieron tocarlos, pues la extraña intangibilidad de los carruajes les hacía entrar y salir de la realidad en un parpadeo. Tras ese devastador asalto, multitud de nubes de pétalos de rosas negras cayeron flotando desde el cielo oscuro, marchitándose incluso antes de tocar el áspero suelo de Karheight. Un triste canto mortuorio acompañó a esta lluvia funeraria y se elevó por encima del fragor de la batalla. Dos doncellas con cara de cráneo planearon desde el Portal, una de ellas aferrando un cofre y la otra un reloj de arena roto. Fue entonces cuando llego la dama de blanco, un espectro de la muerte envuelto en ropas de alabastro y con enredaderas con rosas que serpenteaban alrededor de su cuerpo. Lady Olynder había entrado en Ochopartes en toda su macabra gloria.

Lady Olynder entra en Ochopartes con su séquito al completo.

Alzando la Vara de la Medianoche, la Mortarca del Pesar lanzó un agudo grito y la totalidad de su séquito irrumpió desde el Portal Final. Formaciones de caballeros espectrales flanqueaban a legiones de espectros armados con armas herrumbrosas, mientras fantasmas malditos con guadañas en vez de miembros apuñalaban y desgarraban a sus presas chillando como animales. Todo lo que había llegado antes no era sino una avanzadilla y este era el impío poder de Dolorum desencadenado en todo su horror. En inferioridad y habiendo caído en el más puro terror, partidas de guerra enteras se desmoralizaron y huyeron hacia las Llanuras Cadáver. El Amo Sinlengua valoró la situación y, junto a sus magísteres, se retiró a la Torre Plateada, la cual se plegó sobre si misma desapareciendo en una explosión de luz cerúlea.

Lord Saskarid vio partir a su visir y supo que la fortaleza estaba perdida, pero huir como había hecho el cobarde hechicero equivaldría a incurrir en la ira del Elegido. Además, el Señor del Caos no tenía ninguna intención de deshonrase antes los Dioses Oscuros y al mirar a la mujer que lideraba al ejército espectral notó como una ira absoluta sustituía a la desesperación que había caído sobre él como una losa. Lanzó a su montura a la carga y arrasó a cuantos Nighthaunt se pusieran en su camino, con sus caballeros cabalgando a su lado. Ningún dios que estuviese observando podía dudar de la valentía de su ataque. Tras su velo, Lady Olynder observó al Señor del Caos que se aproximaba y extendió su esbelta mano hacia él. Saskarid notó como se le desprendía la carne del hueso justo cuando su montura saltaba hacia la Mortarca. Con un grito de desafío, levantó su hacha para descargar un golpe letal para decapitar a ese horror sin rostro, pero a meros pasos de su objetivo oyó como su montura soltaba un gorgoteante gruñido de muerte bajo él.

Al sucumbir a la maldición de la carne marchitada, la bestia trastabilló y se estrelló contra el suelo. Saskarid se vio lanzado por los aires y cayó de cabeza al suelo. Al intentar levantarse, notó el gélido tacto de una mano pálida que le acariciaba la cara. Lady Olynder aproximó su rostro y se levantó el velo, apartando mechones de material espectral. Lord Saskarid pudo ver la verdadera cara de la Mortarca del Pesar y por un momento conoció el terror puro justo antes de que su corazón estallara en su pecho.

La Nighthaunt había alcanzado la victoria.

La oscuridad lo envolvía todo. Huyendo, trepando y tropezando de puro horror por las llanuras, los despavoridos ejércitos de Karheight buscaban refugio, pero no había protección en las Llanuras Cadáver. Los Caballeros del Caos eran arrancados de sus sillas para ser desgarrados por dedos afilados como cuchillos mientras que los guerreros y bárbaros eran absorbidos por la noche invasora. Extensiones enteras de tierra que antes resonaban con el eco de los aullidos bestiales de depredadores mutantes estaban ahora angustiosamente en silencio. En la impenetrable noche que cubría la tierra, nuevos horrores se arrastraron fuera del Portal Final. No eran criaturas etéreas, ya que podía oírse el rítmico marchar de un ejército y se podía atisbar las puntas de sus lanzas en la oscuridad.

3 comentarios en «[Trasfondo] El Cuento de Eones: Parte 21»

  1. Bestial la entrada de lady olynder. Buena miniatura mejor persona xD

Deja una respuesta