[Hobby] Reto del Héroe (9): Amenadiel

Apolo presentó a Amenadiel, un Capellán Interrogador de los Ángeles Oscuros, muy bueno en su oficio por lo que podréis leer, para añadirlo a su ejército de W40K.

Amenadiel, Capellán Interrogador

La sirena sonó otra vez en la habitación señalando el cambio de hora, o eso parecía, sonaba a intervalos aleatorios para desorientar a los ocupantes. La temperatura también cambiaba, de calor a frío, igual que la luz, que se alternaba entre los diferentes focos.

Esa experiencia podía durar días, semanas, puede que meses, todo en orden para preparar al ocupante, ablandarlo, antes de empezar con la auténtica sesión.

La puerta grazno al abrirse, dejando pasar a un hombre, si es que se le podía llamar así, vestido con una simple toga de monje, con la capucha puesta y dejando al descubierto la cara, o la dejaría, si no llevase una máscara de calavera.

Amenadiel noto el fuerte olor a antiséptico, sudor, sangre y excrementos, fue lo primero que bombardeo sus sentidos, al dar el siguiente paso en la estancia los focos cambiaron y uno le ilumino toda la cara, fue muy molesto, pero no parpadeo, no podía parecer débil, con un gesto toda la estancia se ilumino, era una estancia de blanco mármol, completamente pulido, con el suelo haciendo un poco de pendiente que acababa en un desagüe. En un lateral había una mesa de acero pulido, con una serie de envoltorios de lino encima, y en el centro, un hombre encadenado, aunque de proporciones incorrectas, estaba de rodillas, pero obviamente era más alto que una persona normal, más musculoso, algunos dirían que casi de forma grotesca, varios enchufes y conectores le asomaban por debajo de la piel desnuda, tenía algún tatuaje, y muchas cicatrices por todo el cuerpo, que se hallaba completamente desnudo.

Amenadiel se acerco a la mesa, paso con suavidad la mano por encima de los envoltorios de lino, sin saber bien donde parar, al final se decidió, abrió el envoltorio con cuidado y cogió su contenido, eran unas agujas largas de casi 20cm de largo, puede que más, completamente planteadas. La levanto se la acerco y la examino, comprobando la punta.

-Hola hermano, soy el confesor Amenadiel, espero no haberte hecho esperar-comento mientras seguía comprobando las agujas.

Pasado un rato, se dio la vuelta y se acercó al hombre encadenado.

-Hermano, supongo que sabes que va a ocurrir, antes de empezar, te lo parezca a ti ahora o no, confesarás, responderás lo que quiero saber, tarde una hora o un año, pedirás que pare, lo suplicarás, pero te voy a dar la oportunidad de ahorrarte todo esto, pide perdón, confiesa tus pecados, y el final será rápido, lo prometo, lo juro por el Emperador y por el León, no sentirás nada.

El hombre lo mira, tenia ira en los ojos, luego escupió al suelo.

-Un gesto desafiante, lo he visto antes, en tantos otros como tú, has malgastado la saliva, otros como tú también lo entendieron, algunos antes, otros después. Ahora empezaré, veras que el don que se nos dio, el de la vida eterna, el de cuerpos sobre humanos, el de regenerarnos de casi cualquier herida, puede ser también una maldición.

Sin vacilar inserto la aguja en el brazo antes que llego al hueso, luego con un golpe seco, la introdujo dentro, el hombre soltó un alarido. Pasados unos 10 minutos tenía 20 agujas introducidas en diferentes huesos del cuerpo.

Amenadiel apretó un control y pequeñas descargas eléctricas se pasaban a trabes de las agujas, esta vez el hombre se limito a apretar los ojos, la corriente había tensado los músculos de la cara y era incapaz de abrir la boca.

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La habitación estaba a oscuras cuando Amenadiel entro, su hermano había perdido la consciencia, otra vez, llevaban más de una semana con sesiones diarias, en sus años de servicio al capítulo había visto de todo, pero en este caso estaba un poco decepcionado, ¿Su hermano era tan débil que perdía el conocimiento a las pocas horas? ¿Tendría que bajar la intensidad?, pensaba, pero al final decidió que no, tomaría otra solución.

Entro en la sala y esta se ilumino.

-Buenos días hermano, ¿Quieres confesar? Todo podría acabar rápido. ¿No? Bueno, tengo algo especial para ti, espero que hayas dormido bien ya que eso, está a punto de acabar.

Se acerco a la mesa, y saco otro envoltorio de tela, de dentro, una jeringuilla con una aguja larga, un líquido amarillento se veía a través del cristal.

-Veras, a mi me gusta informar a mis inquilinos de cada paso que vamos a tomar en este viaje que estamos realizando, esto, es un truco que aprendí de un inquisidor que tenía demasiada curiosidad, hay que ver lo que se les ocurre. Es líquido cefalorraquídeo de un animal muy curioso, es un tipo de lagarto, desde que descubrí esto me gusta criarlos. Es mortal para un humano, paro para la fisionomía Astarte actúa de estimulante, impide que se pueda perder el conocimiento, además de inducir fuerte alucinaciones y aumentar las sensaciones. ¿Seguro que no quieres confesar?

El hombre permaneció callado.

-Muy bien- sin vacilar Amenadiel se acerco al Astarte encadenado, la bajo la cabeza y le introdujo la aguja en la base del cráneo, tras ponerle 1 cm3, dejo la jeringuilla en la mesa, y cogió las agujas.

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Ya había pasado más de 3 meses desde que el Astartes, que se hacía llamar, Zarion estaba en esa sala. Al final de la segunda semana había dicho por fin su nombre, y a lo largo de los 3 meses, había dicho su rango, Tercer Centurión y la Novena Corte, Quinto Capítulo, bajo el mando del Señor de Capítulo Astelan. El junto a otros 200 Astartes habían sido retirados del servicio tras la primera campaña del León, junto con Luther.

-Buenos días hermano, llevas ya 1 semana con nosotros, ¿Qué te parece estar de vuelta a tu hogar ancestral? – a Amenadiel le gustaba decir lapsos de tiempo aleatorios, ¿Si este sufrimiento había supuesto una semana, como podría ser pasar allá un año?

-Hermano Zarion, sabes lo que quiero, ¿Suplicarás perdón? ¿Me dirás donde hay más hermanos perdidos para traerlos al redil?

Esta vez Zarion no podía levantar la cabeza del suelo, pero se mantuvo en silencio.

Amenadiel lo miro, espero unos instantes y resoplo -Zarion, ya sabes cómo va, ahora estas callado, pero en un rato, desearás poder estarlo- cogió la jeringuilla y le puso otro cm3 en la base del cráneo, se acerco a la mesa, dejo la jeringuilla, y cogió unos alicates.

Habían pasado ya… ¿años? Amenadiel a veces se pasaba semanas sin ir, tenía otras tareas, y a veces, otros hermanos a los que hacer visitas, algunas veces traía otros Astartes, y no hacia ninguna pregunta a Zarion, se limitaba a instruir, como infligir dolor, como sacar respuestas, muchas veces dejaba a sus alumnos practicar.

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Esta vez cuando la puerta se abrió, Amenadiel entro cojeando.

-Hola Zarion, perdón por haber pasado tanto tiempo sin venir a verte, espero que te encuentre bien. A mí un repugnante orco me arranco una pierna, una herida menor, normalmente requiere unas semanas de reposo, pero ¿hay que ganarse el pan no?

Zarion permaneció callado.

-Veras hermano, he encontrado un juguete nuevo, lo usaban en un planeta, estábamos por las callas, el mundo era pacifico, en ese momento y la gente aún seguía con su rutina, y entonces lo escuche, un sonido espeluznante- en ese momento Amenadiel dejo un envoltorio de lino en la mesa, y saco lo que parecía un pequeño bastón de metal -resulta que en este mundo, usaban esto para arreglarse los dientes, es una especie de taladro, hace un sonido, mmmmm, difícil de describir, pero bueno, lo ahora lo escucharas.

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¿Cuánto había pasado? ¿Décadas? Desde la última visita de que Amenadiel a esa celda, hacía tiempo que no entraba, con el paso del tiempo cada vez hacia menos visitas a Zarion, y otros capellanes se ocupaban de entretener al inquilino.

-Hermano Zarion, ¿Cuánto tiempo no?, me dicen que me quieres decir algo. Amenadiel espero, y entonces le pareció oír un susurro.

¿Qué has dicho? – pregunto Amenadiel

Al cabo de unos instantes, la cosa encadenada que una vez fue un orgulloso Astarte susurro. – Perdón- y rompió a llorar

– ¿Ves, no ha costado tanto?, ha pasado un largo tiempo, pero por fin lo entiendes. ¿Reniegas de Luther, juras otra vez lealtad al Emperador y al León?

Zarion respondió entre llantos -LO JURO! –

Amenadiel lo miro por unos instantes, antes de romper el silencio -Entonces yo, Amenadiel, Hermano redentor de los Ángeles Oscuros, miembro del Tercer Círculo, acepto tus disculpas, en el nombre del Primarca y te concedo, la paz del Emperador- y sin vacilar saco la pistola bolter y disparo un único tiro a la cabeza de Zarion.

Autor: Apolo

Acerca de Namarie

Multifriki, aficionado al cine, a los cómics y a los wargames, en especial Warhammer (Fantasy). Co-creador de Cargad y creador de los Manuscritos de Nuth.

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