[Juegos clásicos] Battle Masters

Saludos, Señores de la Guerra.

Retrocedamos la rueda del tiempo a los años ’80. En la lluviosa Inglaterra los chavales (y los aficionados a juegos de rol) están comprando miniaturas Citadel a mansalva; la empresa (que empezó siendo una tienda) tiene algunos nombres que están en boca de todos (Warhammer, Warhammer 40.000, BloodBowl, Judge Dredd) y parece ser que tiene ganas de expandirse porque los pedidos de fuera de las islas británicas aumentan cada mes más. Milton Bradley (también conocida como MB, y propiedad de Hasbro… sí, los mismos que tienen a Wizards of The Coast, esos que han decidido el futuro de Star Wars Miniatures y Dungeons & Dragons) forja una alianza con Games Workshop: MB se encarga de la producción y distribución (montones de miniaturas de plástico, cuando para Warhammer sólo habían salido esqueletos de plástico) y GW del diseño de las miniaturas; Stephen Baker sería el encargado de diseñar las reglas de un «juego de rol de tablero». El resultado, HeroQuest, del que ya hemos hablado mucho. MB (Hasbro) ganó mucho dinero, y Games Workshop vio que había futuro.

Poco después ese matrimonio de conveniencia tuvo un segundo hijo llamado Space Crusade (1990, una adaptación del Space Hulk de Games Workshop de 1989), con Stephen Baker como «inseminador» (si se me permite la palabra). Y este segundo hijo, dio más dinero a Hasbro y más ganas de «salir de las islas» a Games Workshop.

Así que, sin saber quién propuso a quién, la cuestión es que dos años después ese matrimonio dio un tercer (y último) hijo. De nuevo sería Stephen Baker quien, cogiendo algunas ideas de Warhammer de Games Workshop, hizo un juego «de tablero», pero un juego muy especial: tan especial que tendría más de 100 miniaturas y se jugaría en un tablero casi cuadrado de cerca de metro y medio de lado. Un enorme juego, mucho más ambicioso, llamado Battle Masters.

Este juego se basaba enteramente en el trasfondo de Warhammer: no sólo por ser un enfrentamiento del Imperio y el  Caos (aunque, recordemos, siendo aún Tercera Edición, no era de extrañar que hubiera pielesverdes en el ejército del Caos). Y en el manual y en la «historia-campaña» del juego se veían nombres como Altdorf o Sigmar, obtenidos del juego de rol.

Las «unidades» iban en una peana verde (ahí se ponía lo que fuera; si eran cinco alabarderos, pues cinco alabarderos; si era un cañón, pues un cañón), y se movían por un campo hexagonal. Es de destacar que el campo no fuera siempre igual; sí que había un camino y un río, pero había elementos de escenografía que podían variar de partida a partida (unos setos, una torre, unas estacas defensivas, un pantano…), cosa que le añadía «gracia» al juego. La disposición de la escenografía (y, en muchos casos, de las unidades) venía en el libreto de escenarios (con unas ilustraciones bastante majas, seamos sinceros).

Por parte del ejército del Imperio, veíamos a un Gran Cañón, una unidad de Grandes Caballeros, tres unidades de Caballeros, tres de Alabarderos, dos de Arqueros, y una de Ballesteros. El ejército del Caos estaba formado por una unidad de Caballeros del Caos, dos peanas de Goblins Jinetes de Lobo, dos de Guerreros del Caos, dos de Orcos, dos de Goblins, dos de Hombres Bestia, dos de Arqueros del Caos (nota: eran arqueros punkisarqueros perroflauta les llamarían hoy en día-) y el temible Ogro. Todos ellos tenían indicado cuántos dados usaban (eran dados tanto de ataque como de defensa; había 3 calaveras, 2 escudos y uno en blanco, como en el HeroQuest); por ejemplo los Caballeros del Caos usaban cinco dados, mientras que los Goblins sólo dos. En cada casilla del tablero sólo podía haber una unidad, y las unidades podían atacar a las unidades adyacentes (salvo los arqueros y ballesteros que podían «disparar» lógicamente a casillas más lejanas). El cañón y el ogro usaban sus propias reglas especiales; el primero podía llegar a explotar, mientras que el segundo no controlabas cuándo caminaba y cuándo pegaba (era algo parecido a la estupidez en Warhammer).

La gran baza del juego era su simpleza: las unidades (peanas) que actuaban se decidirían al azar. Así, había una pila de cartas que indicaban qué unidades actuaban en cada momento. Esto, que daba su «gracia» al juego, era también su peor traba. Había cierto componente táctico (en algunos escenarios el despliegue; en todos, hacia dónde movías tus unidades), pero el hecho que la «activación» de unidades fuera al azar quitaba mucho; al final te dabas cuenta que si un ejército tenía la mala pata de sacar todas sus cartas al principio, cuando tocase «pegar» no le tocarían cartas y por lo tanto iba a perder.

El combate (o disparo) era tan simple como: lanzar tantos dados de ataque como valor de combate tuviera la unidad atacante, contar las calaveras, lanzar tantos dados de defensa como valor de combate tuviera la unidad defensora, contar los escudos; las calaveras no «paradas» por los escudos eran «heridas» que se llevaba la unidad defensora (y, con tres heridas, la peana se retiraba del juego). El esquema de combate era clavado al de HeroQuest salvo por el detalle que aquí no había ataque y defensa sino un único valor.

Sin embargo, el juego tuvo bastante éxito (incluso en España, donde el HeroQuest había arrasado). Tanto que salieron dos expansiones con más miniaturas, una para el Imperio (con muchas miniaturas distintas) y una para el Caos (con dos ogros, dos «caballeros del caos» sueltos y cuatro de Bestias). Se introducía el concepto de «héroe» (una sola miniatura de caballería por peana, igual que siempre pero con una única herida) y se hablaba de «listas de ejército», incluso se daba un valor en puntos para cada unidad y que ambos ejércitos pudieran hacerse a medida. El juego podría haber sido muy expandible (sacar una caja de refuerzos orcos y reglas para jugar sólo con orcos, por ejemplo), pero ahí se quedó la cosa. «Casualmente» fue cuando salió (y de forma internacional) la Cuarta Edición de Warhammer. No sabremos nunca qué habría ocurrido si Games Workshop no hubiera entrado con Warhammer a saco y hubiera dejado más tiempo para que Battle Masters se hubiera asentado. Bueno, muy probablemente el juego ya no se vendería 😛 Lo que sí sabemos es que nuestro amiguete Stephen Baker ha seguido diseñando juegos. El último (que nosotros sepamos) fue en 2004, Heroscape (también de MB-Hasbro, por cierto, y abandonado en el 2.010 para variar); si os interesa el juego, hicimos un análisis en el Cargad 19.

Y, la verdad, aquellos que jugamos por aquél entonces con Battle Masters creo que se nos cae la lagrimilla al ver fotos de las cajas. Ojalá pudiera encontrar una caja nueva en una juguetería «de liquidación» (eso le pasó a un colega hace pocos meses, donde encontró una caja precintada de Cruzada Estelar…), porque aunque conservo el tablero, la caja y algunas miniaturas (goblins, alabarderos, cañón) la mayoría se han perdido en la disformidad…

(Nota: no hemos incluido imágenes en este artículo, pero si queréis ver fotos de las cajas os recomendamos que os paséis por http://foro.heroquest.es/index.php?action=gallery;cat=11 y si queréis ver fotos de las miniaturas sin pintar aquí http://www.collecting-citadel-miniatures.com/wiki/index.php/Battle_Masters ).

Acerca de Namarie

Multifriki, aficionado al cine, a los cómics y a los wargames, en especial Warhammer (Fantasy). Co-creador de Cargad y creador de los Manuscritos de Nuth.

17 comentarios en «[Juegos clásicos] Battle Masters»

  1. jo tio, que recuerdos, siempre lo quise tener pero no hubo suerte, ojala lo pudiera pillar ahora

  2. Muy grande, fue mi primer juego de miniaturas, creo que antes del Hero Quest o por esos años. Recuerdo que en un viaje de crió se me rompieron las lanzas de los caballeros del caos… ¡¡el mundo casi se acaba ese día!! haha

  3. El battlemasters tiene la culpa de que me iniciara en WHF. Llegué a comprarme la ampliación del Imperio en una megatienda de juguetes.
    Qué risas con las plantillas de disparo del cañón.
    Lo de las cartas para determinar el turno de acción era una gran idea ya que lo hacía más dinámico que un turno normal de WHF.
    Todavía tengo algunas miniaturas del Imperio localizadas en mi antigua casa (son algo más pequeñas que las actuales).
    Del cruzada Estelar, tengo algunas miniaturas de los Eldar de una ampliación( unas 8 ), y algún Orko suelto, que todavía tienen su encanto.

  4. A mi siempre me gusto mucho los arquero del Caos, son los únicos arqueros del Caos que lhe conocido Warhammer Fantasy.

  5. ¡Qué recuerdos! Todavía me queda alguna miniatura suelta, y esos hexágonos de cartón con escenografía…

    Por cierto, los «perroflautas del Caos» (xDD) podían usarse en Warhammer cuarta edición: se llamaban Soldados del Caos, con perfil de humano y cinco puntos cada uno. Podían llevar arco, armadura ligera, arma a dos manos, alabarda y varias opciones más. Estos venían en las listas provisionales que se incluían en la caja. Más adelante, con la aparición del «Libro rojo del Caos» (finales del 95, si la memoria no me falla), desaparecieron finalmente de la lista de ejército.

  6. Yo no jugué nunca al Battlemasters (si llegué sin embargo al Heroquest).

    Aún así heredé de mi primo muchas de las minis del Battle, sobre todo caballeros imperiales que use en el juego inglés de Warhammer de 3ª y 4ª Ed inglesa como «cabalelros de «notre damme» de Bretonia (venían a ser caballeros del reino y curiosamente lso bretones se parecían más a imperiales y viceversa) en aquella epoca en que warhamemr tenía un corte de minsi más histórico y los bretones estaban inmersos en la guerra de los 100 años.

    También recuerdo unos tipejos, guerreros simplotes con lanza y una especie de armadura de cuero tachoanda que usaba como «commoners», peor no recuerdo ya si estos eran del Heroquest o del Battlemaster…

    Bueno, todo será bajarse las reglas e intentar apañarme con algunos cartones y minis…

  7. Yo aún guardo mis cruzadas estelares (me compré la segunda en la liquidación de una juguetería) y la ampliación dreanought… Que tiempos aquellos… No se si mejores, pero por lo menos no tan comerciales…

  8. Pues aprovecho para contar mi curiosa historia de como conocí battle master y heroquest (a la vez). Soy demasiado joven para encontrarme con ellos cuando debería, así que se lo debo a la suerte (o al destino). Yo soy, como mucha gente seguro, un basurillas, siempre miro de reojo lo que la gente insensata deja en los contenedores de basura y cosas así. En fin, un día vi en uno de esos contenedores de obra una caja en la que asomaba lo que parecía ser… vaya, era un juego de mesa… espera, no… es un heroquest. Lo conocía de oidas, y sabía que era un juego famoso en su tiempo, pero mayor fue mi sorpresa cuando debajo había un Battle Master (juego que desconocía, pero ahora me encanta!). Menuda maravilla, no se quien fue el desaprensivo que se había desecho de esos juegos (junto con un pincel, varias miniaturas de warhammer 4ª ed, una isla tortuga y circo de playmobil), pero le debo dos maravillosos descubrimientos.
    Salve los desaprensivos que tiran cosas útiles a la basura! Apago la obsolescencia programada!

  9. Pues balla, yo ya benia comprando minis de whfb, cuando junto ami esposa y cuñada, fuimos a un bazar de beneficencia, y entre las cosas regadas que encontre(junto aun monton de piezas de lego, como el smart brick) me encuantro hojas de control de hero quest, busco y rebusco y encuantro el tablero pero no el manual, y mas hojas de control, nada de miniaturas, sigo buscando y me encuentro el juego completo de batlemasters, mmmm, el juego no me gusto mucho y he usado las minis para promover warhammer y mordheim, usos las minis de orcos, guerreros del caos, goblins, como bandas de mardheim, y el resto como ejercito de imperio y ahora como ejercito de bretonia, para enseñar a jugar a mis aprendices. asi juegan contra mis nanos, ala mera hora las minis valen por lo que sea, todo sirva pa tener con quien jugar.

    ademas la torre fue mi primer elemento de escenografia, y el mantel de juego es un buen reen, un frances me camvia diez minis por el tablero.

  10. Q grandes recuerdos me trae este juego.
    Se lo regalaron a mi vecino el dia de reyes y me acuerdo q ese año era jugando siempre en su casa hasta cansarnos, puedo considerar q este fue el juego q me inicio en este maravilloso mundo.
    La mini del ogro me encantaba.

  11. Que grande, que recuerdos, casi se me saltan las lagrimas. El Battle master fue mi primer contacto con el mundo warhammer. Todabia tengo las minis, la torre y el tablero (sabana de plastico), que lo utilizo para mis partidas de warhamer y mordheim.

  12. madre mía… los caballos de los caballeros imperiales del Battle Masters son los mismos que los actuales…

    qué calidad de miniaturas en esa caja!! y cuánto tiempo sin renovar algunas miniaturas!!!

    a veces me dan ganas de haber nacido 10 años antes para haber vivido esos juegos.

    me pillé hace poco el HeroQuest original en inglés en ebay, qué juegazo!!

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